ARTÍCULOS HISTÓRICOS

24 de febrero de 2014

SACERDOTES ASESINADOS EN MANZANARES DURANTE EL PROCESO REVOLUCIONARIO DE 1936



GABRIEL FERNÁNDEZ-ARROYO MASCARAQUE
Gabriel Dionisio Perpetuo nació en Manzanares a la una de la tarde del 8 de abril de 1888 en la calle Don Pedro. Fue bautizado el 11 de abril en la parroquia de la Asunción por don Gregorio Almagro y Rivas, cura rector de la Parroquia. Era hijo de Juan José Fernández-Arroyo y de Lorenza Mascaraque Camarena. Criado desde pequeño en un ambiente profundamente religioso  decidió dedicar su vida  al sacerdocio. Cursó los Estudios Eclesiásticos en el seminario de Ciudad Real entre 1899 y 1908. Este último año pasó a Toledo para el curso universitario, obteniendo con brillantez la Licenciatura en Teología.


 

Cantó la primera misa en la parroquia de su pueblo natal el 18 de junio de 1911. Desempeñó durante varios cursos la Cátedra de Latinidad en el Seminario de Ciudad Real, atendiendo a la vez la parroquia de Las Casas. En 1923 se trasladó a Manzanares en calidad de capellán de los Maristas y coadjutor de la parroquia.
Don Gabriel fue detenido el 30 de julio de 1936. Tras unos días en la prisión del Partido fue asesinado el 8 de agosto junto a siete personas más, entre las que se encontraban  los sacerdotes D. Vicente Mascaraque y D. Tomás Mellado.
Eran sobre las 12 de la mañana cuando simularon liberarlos de la cárcel del Partido Judicial para dispararles al salir a la carretera de La Solana. Tenía 48 años.
Su padre, que había sido sacristán, soportó con ejemplar fortaleza la muerte del hijo sacerdote.

VICENTE MASCARAQUE GONZÁLEZ-CALERO
Vicente Aquilino Mascaraque González-Calero nació en Manzanares a las cuatro de la madrugada del día 5 de enero de 1884 en la calle de las Trompas. Hijo de Gabriel Mascaraque Roncero, agricultor, y de Ángela González-Calero Roncero. Recibió el bautismo el día 7 del mismo mes de manos de don Pedro José Roncero, coadjutor de la parroquia de la Asunción.
Estudió en el “Colegio Josefino” (Operarios) de Murcia los primeros cursos, finalizando los estudios eclesiásticos en el Seminario de Ciudad Real. Fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1907 y dijo su primera misa en Manzanares en la Navidad de 1908.


La abundancia de sacerdotes que entonces había en la diócesis permitió a D. Vicente permanecer en Manzanares toda su vida, al cuidado de su madre y de su hacienda familiar.
Sin encargo pastoral oficial se mantuvo adscrito a la parroquia, actuando como capellán de Nuestro Padre Jesús del Perdón.
Las circunstancias de su asesinato son las mismas que rodearon a su compañero y paisano Gabriel. Murió el 8 de agosto de 1936 en  la Carretera de La Solana por los disparos de los escopeteros que les estaban esperando después de simular su puesta en libertad de la prisión del Partido donde se encontraba desde su detención. Tenía 52 años.

TOMÁS MELLADO PÉREZ-VALIENTE
Tomás Mellado Pérez Valiente nació el 22 de octubre del año 1884 en la calle Villarreal de Manzanares (Ciudad Real). Al día siguiente recibió el Bautismo con los nombres de Tomás Rafael, de manos de D. Pedro José Romero, coadjutor de la Parroquia de la Asunción.
Los padres, Julián Mellado, natural de Las Pedroñeras,  y Catalina Pérez-Valiente, de La Solana, eran personas muy piadosas, por lo que es normal que pronto brotara en Tomás la vocación sacerdotal.
Cursó los estudios eclesiásticos primero en Murcia y luego en el Seminario de Ciudad Real, siendo ordenado con dimisorias en Madrid, el 21 de diciembre de 1907.
Destinado algún tiempo como Coadjutor del Santo Cristo de Valdepeñas enseguida fue enviado a su pueblo natal como Capellán del Hospital de Manzanares. Fue además secretario del Círculo Católico, en cuya organización colaboró activamente con el entonces párroco, D. Inocente Hervás y Buendía.
 

Afiliado a la CEDA, don Tomás era totalmente consciente del peligro que corría en aquellos momentos tan delicados. El 3 de agosto de 1936, a las 6 de la mañana, milicianos armados se presentaron en su casa y sin más explicaciones lo detuvieron junto a su hermano Francisco. Estuvo preso  cinco días, hasta el 8 de agosto en que fue asesinado en la carretera de La Solana, tras ser liberado de la cárcel junto a un grupo de sacerdotes y seglares entre los que se encontraban su hermano y su sobrino Julián.

JOSÉ PARDILLA MORALEDA
José Pardilla Moraleda nació el 10 de julio del año 1878 en Membrilla (Ciudad Real). Fue bautizado el 12 de este mismo mes. Hijo de Antonio y Javiera.
Inició los estudios eclesiásticos en un colegio de Orihuela y pasó después al Seminario de Ciudad Real donde los concluyó. Ordenado presbítero celebró la primera misa en su pueblo natal el día el 29 de septiembre de 1907.
Desde su infancia se caracterizó siempre por la ingenuidad más sencilla y la jovialidad más cordial y festiva, Sin embargo con la madurez llegarían el dolor y los sufrimientos. Después de asistir a la muerte de varios hermanos tuvo que presidir en un mismo día el doble entierro de su padre y de su madre.


Ordenado de presbítero, su primer encargo fue en Valverde (Ciudad Real) sustituyendo a don Aníbal Carranza. En ese tiempo cursó en Toledo los dos años del doctorado. En abril de 1910 fue nombrado coadjutor de Chillón (Ciudad Real). Después pasa de coadjutor a Manzanares donde permaneció más de veinte años hasta su trágica muerte. Buen compañero y buen amigo, con una jovial campechanía para todos, fue a la vez edificante sacerdote, trabajador, y muy buscado para recibir el sacramento de la confesión.
Su martirio fue desolador. Fue sacado de su casa el 9 de agosto de 1936, en pleno día. En el camino hacia la cárcel sus captores se cebaron en él con insultos y golpes. Finalmente le dispararon al llegar al sitio de La Candelaria. Quedó gravemente herido sobre la calzada, donde pasó largo rato abandonado exhalando ayes e invocando la asistencia de la Virgen del Espino hasta dar el último suspiro. Tenía 58 años.

ISIDRO ARROYO CHACÓN
Isidro Arroyo Chacón nació en Membrilla (Ciudad Real) el día 28 de noviembre de 1868. Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Madrid apadrinado por don Antonio Chacón y Muñoz, natural de Membrilla y Rector de dicho seminario. Fue ordenado sacerdote en Ciudad Real el 19 de diciembre de 1891.


Toda su vida transcurrió en Manzanares como capellán de religiosas Concepcionistas de la Enseñanza. De aspecto bondadoso, pacífico y bonachón, gozaba de especial habilidad para reconciliar entre sí a las familias con problemas que acudían a él como intercesor.
En 1936 era casi septuagenario y se encontraba muy enfermo. A medio día del 12 de agosto fue arrastrado violentamente a la calle por un grupo de escopeteros. El calor asfixiante en el agosto manchego, su enorme peso y su enfermedad le hicieron caer prácticamente muerto antes de llegar a la prisión del Partido. Con todo, fue rematado a golpes y tiros en la misma vía pública sólo por su condición de sacerdote.
FRANCISCO LÓPEZ DE LA MANZANARA PEÑUELAS
Francisco López de la Manzanara  Peñuelas nació el 22 de noviembre del año 1886 en la calle Clérigos Camarenas de Manzanares. Fue bautizado el día 28 de ese mismo mes por D. Patrocinio Beltrán, coadjutor de la Parroquia de la Asunción.
Hijo de Francisco López de la Manzanara Albandea y de Isabel Peñuela Paz. De familia muy modesta, pero muy cristiana, cursó los Estudios Eclesiásticos en el seminario de Ciudad Real.
Ordenado presbítero en junio de 1911, celebró su primera misa privadamente en Manzanares, por luto reciente.
Fue secretario del obispo D. Remigio Gandásegui y profesor de Latinidad. Después del traslado de D. Remigio a Segovia, en 1914, pasó a ser coadjutor de la parroquia de Manzanares y capellán de la ermita de la Virgen de Gracia.


Durante veinte años desarrolló una ardua y provechosa labor como Consiliario de Acción Católica Masculina y como Director de las Conferencias de San Vicente de Paúl, atendiendo con especial dedicación a los jóvenes y a las gentes más humildes.
Trabajó con gran entusiasmo en la apertura del Círculo Católico consiguiendo lo que se proponía: reunir a los obreros en un círculo donde se hablara de Dios y se abordara sensatamente la problemática del mundo obrero.
Sobrecogido por la sangrienta persecución desatada contra el clero en julio del 1936, se ocultó en el domicilio de una familia amiga donde pasó desapercibido hasta el 26 de agosto de 1936. Denunciado por una mujer que pudo verle en un descuido, fue inmediatamente detenido. Tras unas horas en los calabozos del ayuntamiento fue asesinado aquella misma noche en el camino del cementerio. Tenía 50 años.

JUAN LORENTE GÓMEZ
Juan Lorente  Gómez nació en Alustante, diócesis de Sigüenza (provincia de Guadalajara) a las diez de la noche del día 27 de mayo de 1891. Recibió el bautismo el día 30 de mayo en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de manos de don Marcelino Pérez Izquierdo, párroco de la misma. Fueron sus padres Juan Lorente Esteban, de oficio labrador, y Leona Gómez Lorente.
Cursó los estudios eclesiásticos y obtuvo el doctorado en Sagrada Teología en Valencia. En Ciudad Real fue ordenado presbítero el 23 de septiembre de 1916 por el obispo D. Javier Irastorza Loinaz.


En 1923 fue nombrado cura de Castellar de Santiago (Ciudad Real) y en diciembre del 1929 pasó de ecónomo a Chillón (Ciudad Real). Después de tres años en Villanueva de la Fuente llegó a Manzanares en noviembre de 1933 como capellán de Nuestra Sra. de la Paz.
Vivía en Manzanares con un hermano cuando le sorprendió el 18 de julio de 1936. Fue detenido el 27 de agosto y por la noche asesinado en el camino del cementerio a la edad de 45 años. La generosidad y el deseo de atender y obsequiar a todos eran las virtudes humanas características de don Juan, que se hizo así popular y muy apreciado en cuantos pueblos estuvo como sacerdote. 


SACERDOTES NATURALES DE MANZANARES ASESINADOS FUERA DEL PUEBLO

MIGUEL GONZÁLEZ-CALERO DOMÍNGUEZ
Miguel González-Calero Domínguez nació el día 24 de septiembre de 1905 en Manzanares (Ciudad Real). Hijo de Enrique González -Calero y Carmen Domínguez fue bautizado el día 5 de octubre en la Parroquia de La Asunción.
El año 1922 ingresó en el Seminario de Ciudad Real a los 17 años de edad y ordenado presbítero por el obispo D. Narciso Esténaga el 23 de diciembre de 1933. Su primer destino como sacerdote fue la parroquia de Alamillo, encargándose además de la de San Benito.
Nombrado cura de Puebla del Príncipe se incorporó a su nuevo destino el día 1 de febrero del año 1934. En dicha localidad realizó un eficaz apostolado familiar. El 5 de febrero de 1935 es nombrado cura ecónomo de Alhambra y encargado de Ruidera.
En la madrugada del 25 de abril de 1936 alguien prendió fuego a la iglesia parroquial de Puebla del Príncipe y acusaron al cura de ser el incendiario. Se vio obligado a huir para salvar la vida, pero fue detenido en Valdepeñas. Tras aquel penoso episodio el obispo decidió su traslado a Hinojosas de Calatrava, tomando posesión de la parroquia el día 6 de mayo de 1936.
 

Al producirse el golpe de Estado del 18 de julio D. Miguel es detenido y encarcelado. En la prisión escribió su testamento, (fechado el 13 de septiembre) sencillo y conmovedor, cristiano y ejemplar. En el testamento decía don Miguel: “Hace ya un mes que el Comité revolucionario de ésta me tiene encarcelado por ser sacerdote…”. Y, plenamente consciente de su martirio, concluye: “así mismo perdono de todo corazón a cuantos me hayan perseguido. A todos perdono y perdón para ellos pido a Dios”.
En la cárcel, sin ocultarse, rezaba y guiaba el santo Rosario todos los días, confortando y consolando a sus compañeros de encierro.
El 15 de septiembre llega a Hinojosas de Calatrava un grupo de milicianos de La Puebla del Príncipe reclamando al prisionero. Trasladado a La Puebla, don Miguel es de nuevo encarcelado. Pretendían aclarar el incendio de la iglesia, pero no pudieron lograrlo.
Al fin, en la madrugada del 18 de septiembre de 1936 fue fusilado y arrojado a un profundo barranco en el camino de la Puebla a Villamanrique. Un vecino, don José Medina Arcos, pidió su cadáver y lo llevó a Villamanrique donde se le dio cristiana sepultura. Tenía 30 años.

FUENTES
GIMÉNEZ MANZANARES, José. Martirologio Diocesano. La Editorial Calatrava. Ciudad Real. 1947.
BERMÚDEZ GARCÍA-MORENO, Antonio. Republica y Guerra Civil. Manzanares (1931-1939). Tomo II. BAM.
FERNÁNDEZ-ARROYO, Ángel. La injusticia de un silencio. Revista SIEMBRA. Octubre 1985.
Libros de nacimientos del Registro Civil de Manzanares.


16 de febrero de 2014

UN MANZANAREÑO EN EL ASEDIO A LOS CUARTELES DE GIJÓN

La Guerra Civil Española acababa de estallar y, por toda España, grupos de militares, guardias civiles y ciudadanos con ideas políticas contrarias a la República se alzaban contra el gobierno legítimo.
En 1936, Asturias era una zona clave para la industria española. Los sindicatos de clase eran muy potentes debido al elevado número de obreros que poblaban las cuencas mineras de Gijón y Oviedo. En esta última ciudad, la sublevación fue un éxito. Unos 4.000 hombres se rebelaron y consiguieron trazar una eficiente línea defensiva que aseguraba el alzamiento en la capital asturiana. En Gijón la situación era totalmente contraria. Apenas 600 hombres se sumaron al alzamiento. El 19 de julio una compañía de tropas en rebeldía intentó dominar Oviedo aprovechando el factor sorpresa, pero oficiales leales a la República habían alertado del golpe a las milicias republicanas y a los sindicatos, especialmente a la CNT que contaba con mucha fuerza en Asturias. Los sublevados fueron incapaces de hacerse con el control de la ciudad dada su gran inferioridad numérica, teniendo que refugiarse en los cuarteles de donde procedían; el de Zapadores, situado en la zona de El Coto, actual biblioteca; y el de Simancas, actual colegio "La Inmaculada". Las milicias republicanas pusieron, de inmediato, sitio a ambos recintos.
Unos 180 hombres se refugiaron en el cuartel de Zapadores mientras que el resto lo hizo en el de Simancas. Este último estaba diseñado como colegio, por lo que sus condiciones para la defensa no eran las más idóneas. Aunque los milicianos eran muy superiores en número su armamento era precario e insuficiente, por ello recurrieron a utilizar como arma los cartuchos de dinamita que manejaban con soltura en las explotaciones de carbón.
Las fuerzas republicanas centraron sus esfuerzos en acabar con los rebeldes de Gijón, para luego centrarse en liberar Oviedo. Esto hizo que varios miles de milicianos acosaran con gran determinación los dos cuarteles gijoneses. Los primeros ataques sucedieron los días 22, 23 y 24 de julio, siendo repelidos por los sublevados sin mucha dificultad, dada su innegable superioridad táctica.
La violencia de las explosiones iba demoliendo sistemáticamente los edificios que presentaban resistencia. A los 15 días, los alimentos empezaron a escasear alarmantemente y los sitiados se vieron obligados a hacer expediciones nocturnas para abastecerse.  A pesar del castigo recibido los sublevados no se rendían, esperando ser liberados por una columna que presuntamente acudiría desde Galicia. La orden del coronel Antonio Pinilla, a cargo de las tropas sitiadas, era clara: "resistir hasta morir".
En un principio, los ataques se centraron sobre el cuartel de Simancas que era el mejor defendido con ametralladoras y un buen número de morteros, pero el 2 de agosto el objetivo principal cambió y los republicanos comenzaron a intensificar el fuego sobre Zapadores. El lanzamiento de cartuchos de dinamita y cañonazos fueron constantes durante los días siguientes. Los sitiados apenas podían dormir ni comer, tratando de defender su posición a toda costa. Tras dos semanas de resistencia, el 16 de febrero cayó el cuartel de Zapadores, no sin antes repeler a bayoneta un último ataque por el interior de las ruinas.



Las fuerzas leales al gobierno instaron entonces a los sitiados en Simancas a deponer las armas e intentaron convencerlos de que el alzamiento había fracasado en España. Además, se llevó a algunos familiares de los rebeldes cerca del cuartel amenazando con ejecutarles si no se rendían. A pesar de todo continuó la lucha. A partir del día 19 comenzaron las hostilidades para llevar a cabo el asalto final. Todos los cañones disponibles disparaban sobre Simancas. El día 20 la fachada no era más que un amasijo de ruinas y los aviones republicanos lanzaban bombas sin cesar. Un camión blindado se empotró contra la puerta y miles de milicianos aguardaron con ansia el asalto final.
Los sitiados, exhaustos tras un mes de lucha, habían perdido toda esperanza de ayuda, pero seguían resistiendo.  El día 21 se produjo el asalto definitivo. Desde primera hora la lluvia de proyectiles sobre el cuartel produjo derrumbamientos e incendios en lo que quedaba del edificio. La presión republicana y el fuego desatado en los pisos superiores forzaron a los defensores a ir descendiendo pisos. Tras varias horas de continuo bombardeo, con un Simancas sembrado de cadáveres, los oficiales rebeldes tomaron una decisión desesperada. Planeaban hacer una salida en masa y abrirse paso por las calles de Gijón con el propósito de llegar a Oviedo. Antes quemaron todas las armas prescindibles y formaron en el patio los 200 hombres que quedaban en condiciones de caminar. En el mismo instante en que unos organizaban la salida desesperada, los republicanos asaltaron el cuartel penetrando cientos de ellos directamente al patio. Los sitiados se defendieron como pudieron, pero murió la mayor parte, incluido el coronel Pinilla. Tras encarnizados combates las fuerzas leales a la República se hicieron finalmente con el control de Gijón.

Estado en que quedó el cuartel de Simancas
Entre los atacantes de los cuarteles de Gijón había un manzanareño. Se trataba de Raimundo Alcarazo Bustos, hijo de Raimundo Alcarazo Albandea y de Isabel Bustos Herrera. Nació el 27 de octubre de 1907. Como Guardia de Asalto de la plantilla de Gijón había arriesgado la vida tratando de sofocar la rebelión militar en la ciudad donde estaba destinado, cumpliendo puntualmente con su juramento de defender a la República.
Aunque tuvieron éxito en Gijón, las fuerzas republicanas no consiguieron reconquistar Oviedo. Tras quince meses de lucha, las armas rebeldes se impusieron con la toma de Santander, logrando aislar el norte del resto de la zona leal. Haciendo alarde de una gran superioridad armamentística, especialmente aviación, el 21 de octubre de 1937 entraban en Gijón varias divisiones navarras. Inmediatamente comenzó una implacable represión. Como muchos de sus compañeros, Raimundo Alcarazo fue detenido. En Consejo de Guerra sumarísimo, celebrado el lunes 8 de noviembre de 1937, era condenado a muerte. Para nada se consideró la atenuante de obediencia debida. Al día siguiente, 9 de noviembre, era fusilado sin más contemplaciones. Tenía 30 años recién cumplidos.

FUENTES
Grandes batallas de la Historia. www.batalladeguerra.com
LARUELO ROA, Marcelino. La libertad es un bien muy preciado. Consejos de guerra celebrados en Gijón y Camposancos por el Ejército Nacionalista al ocupar Asturias en 1937. Año 1999.
Registro Civil de Manzanares. Libros de registro de nacimientos nº 29, página 109 v.